El diario El País publica hoy una noticia sobre el documental El minuto heroico. Yo también salí del Opus Dei, «casi cuatro horas de testimonios demoledores», afirma. Permítanme que hable de Lotrives, una persona a la que conozco muy bien y que también se salió del Opus Dei, con ocasión de ese Minuto heroico.
Lotrives nació en 1959 en Bigastro, una localidad de la Vega Baja del Segura, a cinco kilómetros de Orihuela, en la provincia de Alicante. Era buen estudiante y en el año escolar 1975-6 se marchó a Madrid a cursar el COU. Pidió la admisión en abril de 1976 como numerario del Opus Dei cuando residía en el Colegio Mayor Moncloa. En 1982, un año después de obtener la licenciatura en Físicas (Universidad Complutense), se marchó a Austria. En 1985, por una serie de carambolas de la vida, empezó a trabajar como corresponsal para ABC desde Viena. En 1989, gracias a la iniciativa de Luis María Anson, director de ABC, ante los cambios políticos y sociales en curso en la Europa del Este, se instaló en Varsovia, en donde permaneció hasta 1993, cuando regresó a Madrid. En 1996 dejó de ser numerario del Opus Dei.
Lotrives está felizmente casado desde 1997 y tiene tres hijos, pero al contrario de lo que algunos afirman cantando con Édith Piaf Non, je ne regrette rien, Lotrives se arrepiente de bastantes episodios de su vida y pide perdón por ello a Dios y a quienes haya podido ofender, consciente o inconscientemente, también como numerario del Opus Dei. Lo anterior no implica que se sienta amargado o triste. Lotrives agradece el ejemplo y las enseñanzas de tantos, sean o no del Opus Dei.
Lotrives entiende perfectamente las quejas de las mujeres del documental, como Agustina López de los Mozos. Algunas las comparte, otras muchas no. A él mismo no le gustaban determinados métodos proselitistas en el Colegio Mayor Moncloa y en el Colegio Mayor Santillana. Pero junto a eso, Lotrives reconoce la amistad y ayuda de muchos compañeros en el Opus Dei, en España, en Austria y en Polonia, algunos ya fallecidos, como Ricardo Estarriol y como don Juan Bautista Torelló, residente en Viena, médico y sacerdote numerario, amigo de Viktor Frankl. Torelló se habría horrorizado con esas prácticas. El fenómeno es parecido al que ocurre en la Iglesia, «santa, católica, apostólica y romana», según el Credo, pero en la que suceden a veces maldades. ¿Es por eso condenable el Opus Dei? Lotrives piensa que no.
¿Por qué dejó Lotrives el Opus Dei si es tan bueno? Contesta: «No tendría ningún reparo en contarlo, pero no es el momento. Lo haré más adelante si me parece oportuno». Mientras tanto, recomienda no olvidar lo siguiente:
El Opus Dei trata de que sus fieles se hagan santos en el trabajo ordinario. Es mucho si se entiende. A veces no se comprende bien.
El Opus Dei pone a disposición de sus fieles la dirección espiritual. Lotrives piensa que si se ejerciera y se asimilara como es debido, la gente pagaría una fortuna por un buen director espiritual, como algunos con el psiquiatra, si se le permite la broma.
En el Opus Dei se aprende a salir de uno mismo y a interesarse por los demás y por el bien común, terrenal y celestial.
En el Opus Dei es muy importante hacer las cosas bien y ajustadas a la verdad.
Joseph Ratzinger afirmó que las críticas al Papado había que utilizarlas en lo que tuvieran de razonable para purificar la institución. No es consejo desdeñable también para el Opus Dei, le parece, y para cualquiera.
Como Lotrives ha visto ya bastante en sus 65 años de vida, pide este añadido: «Quien firma estas líneas las ha escrito por propia iniciativa. Los únicos que las han leído antes de publicarlas han sido su mujer, su hija, que acaba de sacar el MIR con un excelente puesto, y el propio Lotrives».