Las raíces filosóficas del movimiento «woke», según Robert Barron
Resumen de su conferencia
Robert Barron inauguró la convención Acton University Conference de 2023, del Acton Institute, con un discurso titulado «Las raíces filosóficas del movimiento woke». Para quienes no le conozcan: Barron es filósofo, teólogo y obispo de la diócesis de Winona-Rochester desde 2022. Ha fundado la organización Word on Fire y producido Catholicism, una serie de televisión documental de gran éxito en los EE.UU.

Lo que sigue es un resumen libre mío de la conferencia de Robert Barron arriba mencionada, que se puede seguir en el original inglés aquí: https://www.wordonfire.org/videos/wordonfire-show/episode416/
El movimiento woke es una adaptación para las masas de la teoría crítica. Esta surge principalmente en las universidades francesas y alemanas de mediados del siglo XX, con nombres como Max Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert Marcuse, Jacques Derrida y Michel Foucault.
Las dos principales figuras en el surgimiento de la filosofía moderna son René Descartes e Immanuel Kant. Descartes toma lo objetivo y lo pasa por la vara de medir de lo subjetivo. Para determinar lo que está bien y lo que está mal, no son mis propios actos en lo que debo fijarme. Lo que interesan son los atributos de la voluntad que toma las decisiones, según la ética kantiana. La teoría crítica radicaliza este sentido moderno del yo. El interior, el auténtico yo dentro de mí, se encuentra en una posición de absoluto privilegio sobre todo lo que está ahí fuera, sobre la exterioridad del cuerpo. La idea es la siguiente: «Este soy yo, en lo más profundo de mi ser —se piensa—. El problema es que mi cuerpo no se corresponde con ese concepto. Por tanto, lo que tengo que hacer es cambiar mi cuerpo para que sí se corresponda».
Un segundo aspecto de la teoría crítica es la relativización de la verdad. Uno de los principales rasgos del posmodernismo y de la teoría crítica es su profundo escepticismo hacia cualquier aspiración a la verdad, salvo las suyas propias, afirma Barron. Han tomado nota del perspectivismo de Nietzsche, según el cual nunca se puede llegar a adquirir una comprensión de las cosas tal y como son, solo desarrollar nuestra propia y limitada perspectiva de las mismas.
Lo más representativo de Jacques Derrida es su enfoque deconstruccionista. Deconstruye el lenguaje, las palabras, lo que nos pone en contacto con la realidad. Según él, no hay una verdad, porque siempre puede llegar a surgir algo nuevo, más fresco, una forma alternativa de configurar un texto, una manera diferente de interpretarlo. El significado y la verdad, siempre en diferido. A las preguntas ¿quién soy?, ¿qué sentido tiene mi vida?, ¿cuál es mi género?, se responde liberado de «perspectivas anticuadas», adoptando una«mentalidad abierta».
La presencia de Karl Marx en la teoría crítica es constante. El propósito de la filosofía marxista es fomentar la lucha de clases, fomentar la rebelión de los esclavos contra los amos, para provocar la revolución comunista. Los teóricos críticos y woke actuales adoptan este principio marxista básico, pero lo extrapolan, de tal forma que no se restringe a opresores y oprimidos en lo económico, sino en todo tipo de variantes de la relación amo-esclavo. Hablan de opresión colonial, opresión sexual, opresión racial, opresión de género, etc. En el análisis lingüístico de Derrida, existen polarizaciones básicas dentro del sistema lingüístico. Según él, lo que percibimos como significado suele surgir de la forma en que escindimos ambos polos. ¿A qué se refiere? Pues a masculino y femenino, a heterosexual y queer, a occidental y no occidental, a civilizado e incivilizado, a blanco y negro, etc. Estos opuestos binarios, según Derrida, pueblan nuestro lenguaje, y esa es la forma en que tendemos a generar significados. Masculino, heterosexual, civilizado y blanco tienden a dominar lo femenino, queer, no occidental e incivilizado. Es casi como un lenguaje informático: si no está encendido, está apagado; si no es un uno, es un cero. Son polarizaciones binarias que forman parte de las propias estructuras del lenguaje.
Esta idea de opuestos binarios ha calado hondo en la doctrina social woke. Reproduce buena parte de la estrategia marxista: hablar en nombre de los que se consideran los desfavorecidos en la polarización binaria, llegando incluso a fomentar la lucha entre opresor y oprimido. En buena parte de la teoría woke, es obligatorio incluirse en una u otra de estas categorías binarias. No hay una tercera opción. Es una doctrina social cimentada en el antagonismo.
La teoría crítica, y por tanto el movimiento woke, percibe el poder como la categoría suprema. Es algo que ya podía «apreciarse, por ejemplo, en Schopenhauer. —recuerda Barron—Queda patente de forma más evidente en Friedrich Nietzsche. Dios ha muerto, ¿no? Entonces, ¿a dónde ha ido su potencia absoluta? Ha ido a parar a mí. A nosotros. Somos nosotros los que ahora tenemos esa voluntad de poder. “No me digas lo que tengo que hacer”. “No me digas quién soy”. “Yo tengo el poder de decidir”, en virtud de mi libertad absoluta, de la naturaleza de la realidad»: esa es la propuesta woke.