Ludmila María Dąbrowski de Moszoro y los médicos presos
Dos libros con ocasión del 80.º aniversario de la liberación de Auschwitz
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ste 27/1/2025 se cumple el 80.º aniversario de la liberación del campo de concentración y de exterminio de Auschwitz. Desde 1996 en Alemania, y desde 2005 internacionalmente, el 27 de enero es un día dedicado a la memoria de las víctimas del nacionalsocialismo.
Hay multitud de monografías, ensayos, novelas, cuentos, poemas, artículos y películas sobre Auschwitz. La lista crece de año en año. De la reciente bibliografía destaco el trabajo del historiador polaco-alemán Bogdan Musiał sobre los médicos presos y las memorias de Ludmila María Dąbrowski de Moszoro. (1)
Ludmila nació en Lwów en 1917, cuando Lwów era parte de Polonia. En 1939 era una joven universitaria. Su ciudad cayó en la parte soviética del reparto de Polonia hecho por Hitler y Stalin. En enero de 1941, Ludmila fue detenida por la Gestapo en Cracovia. Tras casi dos años de cautiverio en la cárcel de Montelupich, donde fue torturada, la llevaron a Auschwitz en 1942. Allí permaneció hasta enero de 1945. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Ludmila decidió dejar la Polonia comunista y se instaló en Argentina, pasando antes por Italia y Gran Bretaña, donde conoció a su marido, también polaco, el ingeniero Casimiro Víctor Moszoro. Con él emigró en 1947 a Rosario, donde Ludmila murió en 2012 con la alegría de haber dado al mundo cuatro hijos y diez nietos.
El relato de Ludmila es conmovedor por su sencillez y sobre todo porque no perdió nunca la fe en Dios ni sus profundas raíces católicas, a pesar de los terribles reveses que le dio la vida. Ludmila muestra un ánimo y una entereza al borde de lo milagroso.
En el prefacio de sus memorias, escribe Dąbrowski de Moszoro: «Durante varias décadas gente amiga o conocida me ha exhortado y animado a escribir mis memorias. Siempre he rechazado esta idea, considerando que ‘memorias’ hay en abundancia; que las mías no pueden introducir algo específicamente nuevo en el asunto y que mis vivencias tampoco fueron ‘cosas excepcionales’. […]. Fue necesario que por ‘mis caminos’ se cruzara Evangelina del Forno. No nos conocíamos, pero alguien le había contado las ‘peripecias’ de mi vida. Me envió una y otra carta y me visitó insistiendo en escribir un libro sobre mi vida. En esta idea la acompañaron mis hijos y mis nietos y... ¡ganaron la batalla!». (2)
Hay que dar las gracias a Evangelina del Forno y a los hijos y nietos de Ludmila porque ganaron la batalla para que quedara constancia de una vida como la suya, resplandeciente por su santidad, valentía y ejemplo.
Vayamos ahora a «Lagermedizin» in Auschwitz [«Medicina en el campo de concentración de Auschwitz»]. Narra su autor, Bogdan Musiał, que el Dr. Otto Wolken, judío vienés, fue deportado a Auschwitz a principios de 1943 y permaneció internado allí hasta su liberación. Sobrevivió de milagro los tres primeros meses pero lo consiguió y luego trabajó en la enfermería. Aunque ese lugar de ninguna manera garantizaba la supervivencia, aumentaba considerablemente la probabilidad. Un día, según declaró Wolken en 1970, el Dr. Erwin von Helmersen, médico de las SS, exigió «que le pasara una lista de 30 prisioneros no aptos para el trabajo». Wolken sabía que los que él registrara como «incapaces para el trabajo» serían gaseados. Pero no podía desobedecer la orden porque él mismo lo pagaría con la vida. Decidió incluir a quienes iban a morir en breve por el estado en que ya se encontraban. Cuando entregó la nota al Dr. Von Helmersen, este descubrió su intención saboteadora. Lo insultó, lo abofeteó y determinó enviarlo a un comando de castigo. Acto seguido, el Dr. Helmersen mismo realizó una selección aumentada a 300 personas. El caso muestra uno de los dilemas morales con los que se enfrentaban a diario los médicos prisioneros. (3)
El Dr. Mikloš Nyiszli, un médico forense judío de Nagyvárad (entonces Hungría, hoy Rumania), tras su deportación a Auschwitz en mayo de 1944, trabajó como patólogo para el médico de las SS Josef Mengele. Por orden de Mengele, Nyiszli diseccionó cadáveres de personas asesinadas con fines «científicos», también de niños. Nyiszli sobrevivió a Auschwitz. Redactó un informe sobre lo que había visto y experimentado, que completó en marzo de 1946 y comienza con una declaración:
«Yo, el abajo firmante, Dr. Miklós Nyiszli, soy médico y exprisionero del campo de concentración de Auschwitz. Trabajaba en el crematorio y en la pira, donde el fuego consumió millones de cuerpos de padres, madres y niños. Declaro como testigo ocular que he escrito sobre este oscuro momento de la historia de la humanidad ajustándome a los hechos, sin exagerar y sin edulcorarlo. […]. Con este trabajo no aspiro a éxito literario alguno puesto que soy médico y no escritor». (4)
Musiał utiliza para su trabajo las memorias de los médicos prisioneros polacos Stanisław Jagielski, Alfred Fiderkiewcz, Czesław Jaworski y Władysław Fejkiel. Este último publicó un estudio sobre el tifus en Auschwitz, con sus notas como médico jefe de prisioneros. A estas publicaciones hasta ahora apenas se les había prestado atención en Occidente. Musiał las trata con cautela por su naturaleza subjetiva. Algunas exhiben rasgos apologéticos. Otras se caracterizan por su sobriedad y objetividad.
El libro de Musiał está escrito en alemán y habrá que esperar a que se traduzca al español para que lo lean los interesados en este asunto. Fácilmente accesibles en PDF, y en español, se pueden adquirir las memorias de Ludmila María Dąbrowski de Moszoro.