Hoy es 26 de octubre de 2024 y los periódicos en España están llenos de un caso, al parecer de violencia machista, que ha costado la carrera a un joven y notorio político que predicaba feminismo. Con ser una expresión señalada de malestar en nuestra sociedad, probablemente el suceso del político español no preocupe nada ni en el Líbano ni en Kiev ni en Teherán. Pero sí angustia, y mucho en todo el globo terráqueo, la guerra en Oriente Próximo, el conflicto bélico en Ucrania, el desenlace de las elecciones en los EE.UU., el desarrollo económico de los pueblos en los países menos favorecidos, la defensa de la justicia y de la verdad en Corea del Norte, en China, y en la Unión Europea, y en España...

¿Puede consolar a las familias de Gaza que han perdido a uno de los suyos en un bombardeo lo que escribe san Agustín sobre los tiempos buenos y los tiempos malos que viene a continuación? Lo dudo. Pero si sobre todo los políticos y las personas influyentes, ahora y en el pasado, se hubieran comportado como san Agustín apunta, no se hubiera llegado a esa situación. Una de las consecuencias del pecado y del pecado original es que nos hallamos dentro de una madeja enredada que cuesta mucho devanar y volver a ordenar adecuadamente.
San Agustín (354-430) vivió la complicada época de la caída del Imperio romano. Conoce de primera mano los tiempos malos. Su texto es este (las negritas son de Lotrives):
«”Malos tiempos, tiempos fatigosos”» [alusión al saqueo de Roma], así dicen los hombres. Vivamos bien, y serán buenos los tiempos. Los tiempos somos nosotros; cuales somos nosotros, así son los tiempos. Pero ¿qué hacemos? ¿No podemos convertir a la vida recta a la muchedumbre de los hombres? Vivan bien los pocos que me oyen; los pocos que viven bien soporten a los muchos que viven mal. […]. Soporten lo que no quieren para llegar a lo que quieren. ¿Por qué nos entristecemos y encausamos a Dios? Si abundan males en el mundo es para que no lo amemos. […]. El mundo es malo; he aquí que es malo y se le ama como si fuera bueno. ¿Qué mundo es el malo? No es malo el cielo, ni la tierra, ni las aguas y cuanto hay en ellos, los peces, las aves, los árboles. Todas estas cosas son buenas, pero el mundo malo lo constituyen los hombres malos. Mas, puesto que no podemos carecer de hombres malos, como dije, gimamos a nuestro Dios mientras vivimos y soportemos los males hasta llegar a los bienes» [1].
[1]. San Agustín. (1983) [354-430]. Sermones (2.º) (51-116). Sobre los Evangelios Sinópticos. En Obras de San Agustín. Tomo X. Traducción de Lope Cilleruelo, Moisés M.ª Campelo, Carlos Morán y Pío de Luis. Notas de Pío de Luis. Madrid: BAC. Sermón 80, n. 8, pp. 451-2.