«El Gobierno invertirá … millones en ... Aumentará las plazas de … un … por ciento. Comprará … Pedirá un préstamo de …», etcétera, etcétera. Esa frase, si se completan los puntos suspensivos y se traduce a cualquier idioma, se repite por todas partes. Pero el Gobierno no dispone de dinero si no recauda impuestos o crea deuda. Lo segundo equivale a imprimir billetes y poner en marcha la inflación.
Hay otra consigna muy común: «Gasten, ciudadanos, gasten; cuanto más gasten, más empleo proporcionarán y más vida introducirán en la economía». ¿Es cierto? ¿No hay que ahorrar? ¿No tendría que empezar a ahorrar el Gobierno y dar ejemplo? Se nos incita a romper escaparates porque aunque se perjudiquen los dueños del local, ganarán los cristaleros. O se nos tienta incluso a lanzar bombas contra las viviendas porque luego el sector de la construcción gozará una época esplendorosa.
Esas falacias no son de ahora, pero en nuestros días parecen casi dogmas. Henry Hazlitt (1894-1993), en su clásico La economía en una lección,1 escribió: «A nadie que no esté familiarizado con la superficial cultura económica reinante se le ocurrirá pensar que la rotura de escaparates o la destrucción de ciudades es cosa deseable; que el crear obras públicas inútiles no sea otra cosa que despilfarro; que sea peligroso permitir que legiones de hombres inactivos se reintegren al trabajo; que las máquinas incrementadoras de la producción de riqueza y economizadoras de esfuerzo humano sean algo dañoso; que los obstáculos opuestos a la libre producción y libre consumo aumenten la riqueza; que una nación pueda acrecentar su fortuna obligando a otras naciones a adquirir sus mercancías por menos de lo que cuesta producirlas; que el ahorro sea una estupidez o una perversidad y que el despilfarro conduzca a la prosperidad» (pp. 230-1).
«“Lo que en la conducta de cualquier familia es prudencia —afirmaba el recio sentido común de Adam Smith replicando a los sofistas de su tiempo— difícilmente puede ser locura en el gobierno de un gran reino”» (p. 231).
La economía en una lección es uno de los libros más influyentes de cuantos se han escrito sobre cuestiones económicas, pero no goza de mucho aprecio en las esferas estatales. Hazlitt argumenta contra las intervenciones económicas que solo tienen en cuenta las consecuencias visibles y obvias sin preocuparse por las repercusiones a largo plazo, como la riqueza no creada o incluso destruida por las regulaciones, la inflación y los impuestos. Combate el engaño de prestar atención solo a un determinado grupo de intereses económicos olvidando el interés general de los individuos de la comunidad (individuos considerados en su doble faceta de productores y consumidores).
Hazlitt previene contra reducir arbitrariamente la oferta, impedir el progreso técnico o fomentar que se presten servicios carentes de utilidad. Eso es lo que se pretende una y otra vez mediante las barreras aduaneras y otros mil métodos restrictivos de la producción y del intercambio comercial.
Prodigar la ayuda estatal para impulsar la riqueza, recuerda Hazlitt, es afirmar que tal riqueza consiste en aumentar las cargas fiscales. Aumentar artificialmente los salarios es incrementar los costes de producción. Hazlitt denuncia la ofensiva contra el ahorro, otro de los errores de la «moderna» economía.
Es especialmente duro con la inflación, en realidad «una exacción de capital derramada a prorratas igualmente sobre pobres y ricos, sin tolerar exenciones», afirma. Los partidarios de la inflación defraudan a los trabajadores, reduciendo los salarios reales (es decir, expresados en términos de capacidad de compra) gracias al alza en los precios. La financiación deficitaria del gasto público, una vez emprendida, «engendra poderosos intereses privados que exigirán su prosecución bajo cualesquiera circunstancias».
Véase aquí una reseña completa al libro de Henry Hazlitt:
https://www.nuevarevista.net/henry-hazlitt-la-economia-en-una-leccion/
Henry Hazlitt: La economía en una lección. Unión Editorial, 2018. (Prólogos de Javier Miley y Juan Ramón Rallo. Traducción de Marciano Villanueva Salas). (Edición original: Henry Hazlitt: Economics in One Lesson. Nueva York, Harper & Row, 1946).