Santiago Martín
El fundador de los Franciscanos de María, el obispo austriaco Klaus Küng y ABC

El domingo pasado, cuando fui a misa en mi parroquia, María Virgen Madre se llama (en la imagen), me encontré con la grata sorpresa de que el celebrante era Santiago Martín (Madrid, 1954), un sacerdote muy conocido en España. Sustituía en la misa de las 12:30, la principal, al párroco, Javier Martín. Adelanto que Santiago y yo fuimos compañeros en el diario ABC mucho tiempo.
La parroquia María Virgen Madre está situada en el barrio de Hortaleza, al norte de Madrid. Fue erigida por el cardenal Antonio María Rouco Varela en 1999. Su primer párroco fue Santiago Martín. 1999 es el año en que mi familia y yo nos instalamos en el piso que en 2025 sigue siendo nuestro hogar, a unos 400 metros de la estatua de la Virgen, en la foto.
En el 2000, el padre Santiago Martín celebraba la misa para sus feligreses en un prefabricado, al lado del solar donde se construía el nuevo templo. Recuerdo de esa época las misas de los domingos hasta los topes, brillantes sermones… y también una cierta sensación a garaje y grandes calores bajo algo parecido a uralita.
En septiembre de 2003, Rouco Valera consagró la nueva iglesia. ¡Gran alivio para todos! Santiago Martín seguía de párroco (1999-2003) y sus palabras lucían ya sin contrapesos. Pero pocos años después, de forma al principio casi inadvertida, Santiago se fue dedicando cada vez más a su labor de fundador de los Franciscanos de María, con largas temporadas de ausencia en Roma y con muchos viajes de por medio. Para que la atención parroquial no decayera, llegó un momento en que quedó en manos de su segundo, el arriba mencionado padre Javier Martín, natural de Alicante y madrileño de adopción.
Klaus Küng
Me remonto ahora a 1989. Extracto de mi diario:
Viena, sábado, 14/1/1989. Se rumorea con rumores que se dan por seguros que Klaus Küng, el vicario regional del Opus Dei en Austria, será obispo de Vorarlberg, la región más occidental de este país, limítrofe con Suiza. Algunos sacerdotes del Opus Dei son obispos en otros continentes, pero no en Europa. Él será el primer europeo. Klaus Küng, que no tiene nada que ver con el teólogo Hans Küng salvo la coincidencia del apellido, […] es oriundo de Vorarlberg y se doctoró en Medicina por la Universidad de Viena.[…]. Tiene 49 años y es una de las primeras vocaciones del Opus Dei en Austria. Pertenece a la prelatura desde 1962 y desde 1976 es su vicario regional. Su nombramiento […] ha provocado la protesta de algunos católicos austriacos, descontentos con las preferencias de Juan Pablo II.
Viena, domingo, 15/1/1989. Hablo por teléfono con SANTIAGO MARTÍN, jefe de la sección de Religión de ABC. Dice «no» a publicar en ABC mi entrevista a Klaus Küng.
Viena, martes, 24/1/1989. No me doy por vencido con la negativa de SANTIAGO MARTÍN […]. Llamo a Joaquín Vila, subdirector de ABC. Le digo que el Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ) ofreció a sus lectores la noticia del nombramiento de Küng ayer en primera página y hoy dedica un artículo largo al asunto. Me contesta que ABC publicará mi entrevista, mañana o pasado mañana.
El FAZ era y es el diario más prestigioso de Alemania, nada conocido por primar la información religiosa. Tras mi petición a Joaquín Vila, la entrevista a Klaus Küng se publicó el domingo 26 de enero de 1989. Aquí dejo los datos y el enlace a la hemeroteca de ABC:
Grau Navarro, José Manuel. (1989, 26 de enero). El nuevo obispo del Opus Dei quiere ser pastor y servidor de todos. ABC. Madrid. p. 56. https://www.abc.es/archivo/periodicos/abc-madrid-19890126-56.html
Franciscanos de María
Tal vez a Santiago Martín no le gustara mi recurso al subdirector de ABC para presionar y que se publicara la entrevista a Klaus Küng, pero dada mi juventud y mi poca sabiduría para insistir de una forma más elegante, no se me ocurrió nada mejor. Estrictamente desde el punto de vista periodístico, pensaba y pienso que valía la pena darla.
Nunca he hablado con Santiago de eso. Cuando a comienzos del siglo XXI me presenté a él de manera formal como feligrés de su parroquia, un día entre semana después de la misa, me preguntó si había dejado de ser numerario. Conversamos del Opus Dei pero no sobre ABC. Él trabajó en ABC de 1985 a 1989, como jefe de la sección de Religión, y yo de 1985 a 2013. En ABC estábamos en áreas distintas, y eso marcaba mucho para que nuestro vínculo real fuera escaso. Pero desde 2000, como párroco mío, nuestra relación ha sido siempre cordial y mi admiración por él no ha dejado de crecer.
Santiago es un ejemplo de sacerdote preocupado por la búsqueda de vocaciones para sus Franciscanos de María. Ha ganado y sigue ganando a muchos jóvenes para su comunidad, lo cual, dada la situación de la Iglesia, tiene un mérito extraordinario.
Santiago es una persona mediática, brillante, buen periodista y buen escritor. La contrapartida de tantas virtudes, en el caso de un sacerdote, se traduce en que en ocasiones no se mide con absoluta precisión la trascendencia de lo que se dice. Se puede causar así un cierto rechazo si se interpreta lo que se predica como opinión u opción política, sobre todo en el marco de una homilía. La repulsa o ‘escándalo’, cuando sucede, si sucede (que no es ni mucho menos lo normal con Santiago Martín), suele provenir de alguien que lo interpreta mal, me parece.
Santiago es un conferenciante y predicador como pocos. Se podrían transcribir sus discursos y darlos tal cual por escrito, por la ausencia total de anacolutos y por la perfección con la que se expresa. Parece como si se los hubiera aprendido de memoria y los ejecutara con dotes de actor. No los lee, no lleva papeles.
Discrepamos hace muchos años sobre publicar o no en ABC la entrevista a Klaus Küng, pero eso no quita, como fácilmente se entiende, para que quiera y admire a Santiago, rece a diario por él y comparta su leitmotiv: el agradecimiento a Dios.
Normalmente por Navidad, los Franciscanos de María regalan a sus feligreses una estampa del Mesías, el salvador del mundo, con esta oración de Santiago Martín en el reverso:
«Jesús: me fío de ti (sé que lo que me pase es fruto de tu amor). Te quiero (eres el primero en mi corazón). Te adoro (eres más importante que mi trabajo, el dinero y cualquier cosa). Te doy gracias (por haberme creado, por haberte hecho hombre, por haber muerto y resucitado por mí, por la eucaristía y la confesión, por la Iglesia, la Virgen y los santos, por las cosas que he tenido, por las que tengo, porque puedo ayudar a los demás, por el afecto que recibo). Te pido perdón (por el mal que he hecho, por el bien que he dejado de hacer). Te pido gracias (espirituales —como la superación de los defectos personales y materiales—, para uno mismo, para los demás, para la sociedad). Me ofrezco a ti (puedes contar conmigo para lo que quieras). Como María (con el cariño de tu madre y con su manera de actuar viviendo las virtudes)» [autor: Santiago Martín; las negritas son de Lotrives].
Todo un programa.
«Me fío de ti». «Sé que lo que me pase es fruto de tu amor». «Por las cosas que he tenido», hemos leído arriba. ¿No reside en la aceptación de esas tres frases la clave de toda vida humana?
Desde el punto de vista personal, estoy de acuerdo en que «estamos en manos de Dios». Los que están muriendo de hambre y otras cosas en Gaza están en manos de Dios, los que mueren en Ucrania y otros sitios también lo están.
A veces un terremoto causa mucho daño. Y las víctimas están en las manos de Dios. A veces el daño viene de entidades o personas. Es bueno para las víctimas considerar que están en las manos de Dios, porque es verdad.
Pero en el caso en que el daño viene de otras personas es conveniente, y labor especialmente de periodistas, decir la verdad tras informarse concienzudamente.
Quizá el caso de Maciel en la Iglesia sea un paradigma para entender que hay que escuchar a las víctimas, sobre todo cuando hay muchas, y no alabar a entidades que tienden a no ser transparentes y tratan de quitar de la red, incluso con juicios, la información que les delata: discreción lo llaman.
Aunque para las víctimas lo mejor sea darse cuenta de que siempre «han estado en las manos de Dios».