Sociología del Opus Dei: España, Austria y Polonia
Reflexiones a tres años del centenario de la Obra y con motivo de la reciente creación de su «Oficina de sanación y escucha»
El pasado 17 de julio el Opus Dei comunicó en una nota oficial: «La Oficina de sanación y escucha ha sido creada por el Vicario regional del Opus Dei en España para atender a las personas que pertenecieron a la Prelatura, o han participado de sus actividades de formación, y que tienen reclamaciones de carácter institucional, con el fin de propiciar procesos de sanación y dar la debida asistencia».
Yo no tengo reclamaciones de carácter institucional, pero sí sugerencias. Lo que publico aquí quizás ayude a alguien, no solo a mí, y acaso contribuya a mejorar el Opus Dei como institución, al que por otra parte tengo mucho que agradecer.
Advertencia. Hablo por experiencia propia pero lógicamente mi visión es parcial. Aunque pretende ser objetiva, hay que tomarla con cautela. Toda afirmación es matizable y prorrogable. Aun así, describo realidades que me parecen dignas de consideración. En ocasiones quizás exagere, para que no se pierda mi ángulo. Oculto nombres propios de personas vivas cuando pueda parecer que las califico no del todo favorablemente.
En España
Curso 1975-76. En octubre de 1975 tengo 16 años, llego a Madrid y me instalo en el Colegio Mayor Moncloa, una obra corporativa del Opus Dei. Es un sacrificio económico para mis padres, que aceptan gustosos porque sacaba muy buenas notas y querían facilitarme la carrera. Por momentos me vence la nostalgia, pero a las pocas semanas me gusta el Colegio Mayor Moncloa, a pesar de la fama que tenía de sitio raro y oscuro, por la imperante opinión pública desfavorable para el Opus Dei (como ahora). Enseguida me causan admiración su director, numerario; las tertulias con Luisma Calleja (ya fallecido, supernumerario), una auténtica estrella del espectáculo; y la nobleza, sinceridad, libertad de criterio e inteligencia de Miguel Ángel Garrido Gallardo. Carlos Velaz, numerario, dos años mayor que yo, ya fallecido, me da la tabarra hasta el infinito para que me haga numerario (célibe). Yo me niego y contesto siempre que como mucho supernumerario (casado). No sirve: ni a él, ni a la institución. Al final cedí, en abril de 1976, confiando en que Carlos Velaz y otros sabían más que yo, y pedí la admisión como numerario. Por cierto, y para ser justos: Carlos Velaz cambió bastante de carácter y se transformó en un hombre de una prudencia y elegancia extraordinarias. Lo rehuía en 1975-76 y más adelante fue uno de mis mejores amigos. Vuelvo a la vida en Moncloa. Aprovecho el tiempo. Estudio mucho. Saco matrícula de honor en todas las asignaturas del Curso de Orientación Universitaria (COU), en el Instituto Cardenal Cisneros (Madrid), menos en Religión. No sé por qué, pero me parece que el profesor me tomó manía.
Pascua y verano de 1976. Quiero dejar de ser numerario. Me entristece la vida en el Opus Dei. Me arrastra la luminosidad levantina de mi tierra natal. Me siento mejor con mi familia y mis amigas y amigos de toda la vida en Bigastro, mi pueblo, donde nací en 1959. Pero en esos días, salir del Opus Dei como si no pasara nada no era tarea menor en la práctica, quizás en la teoría.
Curso 1976-77. Vuelvo al Colegio Mayor Moncloa. Estudio primero de Ciencias Físicas en la Universidad Complutense (Madrid). Miguel Ángel Garrido Gallardo me argumenta de forma progresiva y dosificada que vale la pena ser numerario, a pesar de todo. Era el único que me parecía con juicio propio y crítico cuando hablaba del Opus Dei y de la vocación. Sigo sus consejos y me distancio de Bigastro y lo que significa. En Moncloa, tengo tiempo para estudiar. Saco matrícula de honor en las cinco asignaturas de primero de Físicas, un registro más que reseñable. Muchos jóvenes del Colegio Mayor Moncloa, como yo, piden la admisión como numerarios del Opus Dei. Los repaso ahora en mi mente y pocos, hasta me atrevería a decir que muy pocos, continúan en la institución.
Cursos 1977-78 y 1978-79. En el Opus Dei hay lo que se llaman centros de estudios. Copio un texto de su web oficial:
Los miembros del Opus Dei estudian Filosofía, Teología y doctrina católica durante toda la vida. Para acelerar su formación, los numerarios normalmente pasan varios años en un centro de estudios donde se dedican más intensamente a esas materias, sin abandonar sus actividades profesionales o los estudios civiles. En otoño de 1941, el Opus Dei abrió su primer centro de estudios en el piso superior de Lagasca, en la parte de la casa que los antiguos propietarios habían reservado para el personal de servicio. Casciaro fue el primer director (véase aquí).
El centro de estudios que se me asignó fue el Colegio Mayor Santillana (Madrid). Hoy, julio de 2025, es solo colegio mayor, no centro de estudios. Las vocaciones de numerario en España han caído en picado y se han cerrado muchos centros de estudios, mientras que en 1977-78 Santillana estaba a rebosar.
Reflexiono sobre los dos años transcurridos en Santillana:
1) La mayoría de los que residíamos en Santillana, antes o después, por razones diversas, hemos dejado de ser numerarios. La selección se hacía mal (también en Moncloa). Importaba el número, el logro y éxito personal de que nuestros amigos se hicieran numerarios. Se toleraba y hasta se promovía que pidiera la admisión como numerario a quien no tenía ni la capacidad ni la inclinación para serlo. Ese se de «se toleraba» apunta sobre todo a los directores: en general, jóvenes sin experiencia y que también ellos, con el tiempo, abandonaban el Opus Dei. El «se toleraba» señala igualmente a los directores sénior que lo consintieran.
2) «Sin abandonar sus actividades profesionales o los estudios civiles», hemos leído unos párrafos arriba en la web oficial del Opus Dei. Quizás no sucediera en todos los centros de estudios de España, pero desde luego, en Santillana, en mi tiempo:
—Lo importante era un proselitismo desnortado aunque se adornara de otra manera.
—Imperaban los encargos tremebundos: yo, por ejemplo, me pasaba los fines de semana (viernes por la tarde, sábados y domingos) en Ávila, «llevando» el Opus Dei a jóvenes de allí, en una tarea apostólica sin pies ni cabeza. Estaba crónicamente cansado. Apenas dormía lo necesario para recuperarme. En una ocasión, de camino a Ávila, me quedé dormido al volante y no me maté de milagro.
—Eran tantas las tareas absurdas que se me encargaban y acumulaban, que apenas tenía tiempo y fuerzas para estudiar. Jugaba bien al tenis y dejé de jugar bien al tenis. De matrículas de honor en primero de Físicas, pasé a aprobados raspados en los cursos siguientes. Me desenganché del grupo de los mejores en mi carrera, pero sobre todo perdí la ilusión por los estudios universitarios, algo que ya no pude recuperar.
—Por lo anterior, y por lo que diré a continuación de Austria, en Santillana, en mi tiempo, no se enseñó adecuadamente el espíritu del Opus Dei.
Cursos 1979-80 y 1980-81. Vuelvo al Colegio Mayor Moncloa como subdirector, y actúo con todos los malos automatismos que aprendí en Santillana. Pido perdón ahora y aquí a quien me tuvo que soportar en esa época. Hago la mili. Termino la carrera de Ciencias Físicas en junio de 1981, con un expediente mediocre, pero sin perder curso.
Curso 1981-82. Mi ya olvidada afición a la Física y la necesidad en el Opus Dei de personas como yo que se dedicaran a trabajos internos, convergen para que me ocupe un curso más con ellos, con los trabajos internos, fundamentalmente como subdirector del Colegio Mayor Moncloa.
En Austria
El 5 de septiembre de 1982 llego a Viena. En Austria, el Opus Dei necesitaba manos y yo era una elección pasable. Klaus Küng, médico y sacerdote, entonces el vicario del Opus Dei en Austria, me anima a que empiece el doctorado en Físicas en la Universidad de Viena.
En 1982, en Austria, forman parte del Opus Dei muy pocas personas. El núcleo son unos cuantos numerarios a los que podría citar nominalmente. Justo eso me ayuda a descubrir de forma vital, práctica y real la vocación al Opus Dei:
—Hay que trabajar para ganar un sueldo, porque no hay dinero. No cuentan los trabajos internos ni para los sacerdotes, siempre que se puedan buscar una ocupación adicional y remunerada, en una parroquia o dando clases de Religión en un colegio. En la medida en que brilles profesionalmente, sin complejos y con naturalidad, seas buen católico, de formación y de corazón, quieras a la gente y te preocupes por ella, estarás siendo Opus Dei. No es una cuestión de número y el número no obsesiona, como en España. Hay bastantes menos nerviosismos y rigideces que en mi país de origen.
—Las actividades que se realizan en los pocos centros del Opus Dei en Austria tienen que valer en sí mismas, no son principalmente subterfugios para captar posibles vocaciones.
—Mis directores espirituales en Austria me inspiran confianza. No era el caso siempre en España.
—Hay tiempo para trabajar. Hay tiempo para estudiar. Hay tiempo para rezar. En Austria, hay tiempo. No lo había en Santillana para estudiar.
—Cuando en Austria todo lo anterior no se vive, a veces es por la contaminación que producimos algunos numerarios que venimos de España, yo mismo, hasta que vamos aprendiendo. Como antes: pido perdón a los austriacos que tuvieron que aguantarme.
En 1985 consigo empezar a ganar dinero escribiendo para ABC desde Viena, como corresponsal. La historia, aquí.
A pesar de los pesares, también en Austria el grado de perseverancia de numerarios y agregados ha sido muy bajo. Realizo un repaso mental y certifico la desbandada.
En Polonia
En 1989 ya soy un joven profesional, corresponsal de ABC, y en diciembre de ese año me instalo en Varsovia. Unas semanas antes han llegado a Szczecin dos sacerdotes numerarios del Opus Dei: Stefan Moszoro, argentino de nacimiento, de padres polacos, y Rafael Mora, español. Tienen unos pocos años más que yo. Stefan, Rafael y yo comenzamos el trabajo estable del Opus Dei en Polonia. Más información, aquí.
Desde 1989 hasta 1993, en que dejé Polonia, la sociología del Opus Dei allí es muy diferente a la de Austria y España, porque eran los primeros años de la labor. Pero si tuviera que emitir un juicio sumario, diría que en Polonia se produce una mezcla de lo que he descrito sobre España y Austria.
En España de nuevo
1993. Vuelvo a España. Sigo en ABC y sigo como numerario del Opus Dei. Las dos frases anteriores, como casi todas las de este artículo, ocultan largas historias que sería complejo detallar. Quizás alguna vez lo intente. 1996. Solicito la salida del Opus Dei y dejo de ser numerario. Acaso algún día explicaré por qué. 1996-2025. Miguel Ángel Garrido Gallardo, de forma desinteresada y constante, se preocupa por mis vicisitudes. En septiembre cumplirá 80 años. Es un ejemplo admirable el suyo también en no dejar a su suerte a los que se marchan. Muy pocos en el Opus Dei lo imitan, me parece. En este punto, en mi caso, fallan también casi todos mis conocidos austriacos, polacos y españoles.
Observaciones finales para que no se saquen conclusiones falsas
1) He reseñado algunos aspectos que creo mejorables en el Opus Dei en estos sus casi cien primeros años de existencia. Podría también alabarlo y con razón, pero lo dejo para otro momento.
2) Estoy casado desde 1997 y tengo tres hijos.
3) Soy cooperador del Opus Dei.
4) Parafraseando a Golo Mann: todos somos mucho más listos a toro pasado.
Muchas gracias, Pseudónimo Díaz, por tus cometarios, aquí y en la otra entrada sobre trata de blancas. Los he leído con mucha atención. Hay mucho asunto que desmenuzar. Voy asimilando y pensando sobre lo que dices. Un fuerte abrazo, sea quien seas, y te deseo todo lo mejor.
De nuevo un texto tuyo Pepe me conduce emocionalmente a aquellos años de Moncloa y Santillana. En esta ocasión en especial a los paseos que dábamos desde Moncloa hasta el principio de Guzmán el Bueno donde yo tomaba “el 2” hasta la academia donde hacía COU y tú al Cisneros. Suscribo todo lo que dices de las vocaciones “bajo presión” y en mi caso decidida por el rechazo de la chica que más me “enfermó” amorosamente y que me llevó después de ese “si”pasados los años y tras invitación a irme de numerario a tantas sesiones de psicólogo y alguna de psiquiatra. Pero jamás hablé mal del Opus Dei porque me dio mucho más aunque alguno de Santillana me robase -tras presión emocional y mi consentimiento- lo que había escrito a modo de novela que dibujaba alguna imagen poco apta. Tú pasaste de la matrícula -tenías toda mi admiración- al aprobado y yo de notas más normales a repetir curso. Así que que ya no quedemos dentro nadie o casi nadie es normal. No tengo el mismo recuerdo de Carlos Veláz, me quedé en la primera parte, pero su muerte tan joven fue un golpe duro porque tan jóvenes tal vez la muerte solo era para los mayores de 60. Luis de Moya, tanto tiempo mi oyente de charlas periódicas, me dijo que si aquello no me llenaba siguiera buscando. Así fue aunque en realidad más que encontrar fui encontrado años más tarde y en especial tras divorciarme de mi primera mujer. Los que citas se me representan con la imagen de aquellos días. Y un recuerdo a Javier Hernández Pacheco quien me introdujo en la Obra sin más estudio y sin más cuestionamiento si era el adecuado. Después no tuve la suerte que tú. Solo Pelegrín Muñoz, ya sacerdote pues le conocí de laico, gran persona, un santo de esos días y amigo de mi familia en una ocasión vino a preocuparse por mi. Prometieron seguimiento y no dejarme solo pero… lo humano solo es humano y a veces no es lo mejor. Un gran abrazote