Veo, Pepe, que estás narrando parte de tu vida. Yo también la estoy escribiendo, aunque la mantengo en secreto y probablemente nunca vea la luz. Me alegro de que al final te haya ido bien.
Coincidimos en Moncloa, fui a verte a Bigastro (estaban tus dos hermanas), y también coincidimos en Austria (me dijiste, con razón, que presumía de saber alemán; al final no sé casi nada de ese idioma). Con esto, quizá ya sepas quién soy.
También he dejado la Obra, a una edad provecta, sin posibilidad de iniciar una nueva vida. Mi motivo para irme: la mentira. Nunca me ha interesado el dinero. Me emociono al ver personas que hacen el bien, pero me siento sin capacidad de hacer lo mismo. La verdad es mi punto fuerte. Cuando veo engaños --y, en este caso por mi culpa, he tardado toda una vida en verlos--, no puedo seguir en un lugar donde la imagen es más importante que decir la verdad; donde se enuncian ideas contradictorias: unas se muestran hacia fuera y otras hacia dentro; donde la dirección espiritual, al no dejar la libertad que propugna la Iglesia, es más un medio de control y de sometimiento que una verdadera ayuda para acercarse a Dios. Y otras cosas que sería largo de explicar aquí.
Muchas gracias, Pseudónimo Díaz, por tus cometarios, aquí y en la otra entrada sobre trata de blancas. Los he leído con mucha atención. Hay mucho asunto que desmenuzar. Voy asimilando y pensando sobre lo que dices. Un fuerte abrazo, sea quien seas, y te deseo todo lo mejor.
Me viene bien para la humildad que no se acuerden de mí. De todos modos, no creo que muchos te visitaran en tu casa de Bigastro en 1976. Tampoco éramos tantos en Moncloa que viviésemos cerca de Bigastro. No había tantos españoles en Birkbrunn en el verano de 1977. Al final no fui a Austria. Donde casi no coincidimos fue en Santillana por circunstancias ajenas a mi voluntad. Pero fui antes que tú a Ávila. La diferencia es que mis notas mejoraron en Santillana el único año que pasé allí: no estudiar me estimulaba a pensar. Pero me ha pasado muchas veces. Yo me acuerdo de la gente, y los otros no se acuerdan de mí.
Gracias por los deseos. Yo me alegro de que te vaya bien. Nunca he sido envidioso, y realmente me alegra que otros hayan hecho lo que yo hubiese querido hacer y no he hecho.
De nuevo un texto tuyo Pepe me conduce emocionalmente a aquellos años de Moncloa y Santillana. En esta ocasión en especial a los paseos que dábamos desde Moncloa hasta el principio de Guzmán el Bueno donde yo tomaba “el 2” hasta la academia donde hacía COU y tú al Cisneros. Suscribo todo lo que dices de las vocaciones “bajo presión” y en mi caso decidida por el rechazo de la chica que más me “enfermó” amorosamente y que me llevó después de ese “si”pasados los años y tras invitación a irme de numerario a tantas sesiones de psicólogo y alguna de psiquiatra. Pero jamás hablé mal del Opus Dei porque me dio mucho más aunque alguno de Santillana me robase -tras presión emocional y mi consentimiento- lo que había escrito a modo de novela que dibujaba alguna imagen poco apta. Tú pasaste de la matrícula -tenías toda mi admiración- al aprobado y yo de notas más normales a repetir curso. Así que que ya no quedemos dentro nadie o casi nadie es normal. No tengo el mismo recuerdo de Carlos Veláz, me quedé en la primera parte, pero su muerte tan joven fue un golpe duro porque tan jóvenes tal vez la muerte solo era para los mayores de 60. Luis de Moya, tanto tiempo mi oyente de charlas periódicas, me dijo que si aquello no me llenaba siguiera buscando. Así fue aunque en realidad más que encontrar fui encontrado años más tarde y en especial tras divorciarme de mi primera mujer. Los que citas se me representan con la imagen de aquellos días. Y un recuerdo a Javier Hernández Pacheco quien me introdujo en la Obra sin más estudio y sin más cuestionamiento si era el adecuado. Después no tuve la suerte que tú. Solo Pelegrín Muñoz, ya sacerdote pues le conocí de laico, gran persona, un santo de esos días y amigo de mi familia en una ocasión vino a preocuparse por mi. Prometieron seguimiento y no dejarme solo pero… lo humano solo es humano y a veces no es lo mejor. Un gran abrazote
Veo, Pepe, que estás narrando parte de tu vida. Yo también la estoy escribiendo, aunque la mantengo en secreto y probablemente nunca vea la luz. Me alegro de que al final te haya ido bien.
Coincidimos en Moncloa, fui a verte a Bigastro (estaban tus dos hermanas), y también coincidimos en Austria (me dijiste, con razón, que presumía de saber alemán; al final no sé casi nada de ese idioma). Con esto, quizá ya sepas quién soy.
También he dejado la Obra, a una edad provecta, sin posibilidad de iniciar una nueva vida. Mi motivo para irme: la mentira. Nunca me ha interesado el dinero. Me emociono al ver personas que hacen el bien, pero me siento sin capacidad de hacer lo mismo. La verdad es mi punto fuerte. Cuando veo engaños --y, en este caso por mi culpa, he tardado toda una vida en verlos--, no puedo seguir en un lugar donde la imagen es más importante que decir la verdad; donde se enuncian ideas contradictorias: unas se muestran hacia fuera y otras hacia dentro; donde la dirección espiritual, al no dejar la libertad que propugna la Iglesia, es más un medio de control y de sometimiento que una verdadera ayuda para acercarse a Dios. Y otras cosas que sería largo de explicar aquí.
Un gran saludo
Muchas gracias, Pseudónimo Díaz, por tus cometarios, aquí y en la otra entrada sobre trata de blancas. Los he leído con mucha atención. Hay mucho asunto que desmenuzar. Voy asimilando y pensando sobre lo que dices. Un fuerte abrazo, sea quien seas, y te deseo todo lo mejor.
Me viene bien para la humildad que no se acuerden de mí. De todos modos, no creo que muchos te visitaran en tu casa de Bigastro en 1976. Tampoco éramos tantos en Moncloa que viviésemos cerca de Bigastro. No había tantos españoles en Birkbrunn en el verano de 1977. Al final no fui a Austria. Donde casi no coincidimos fue en Santillana por circunstancias ajenas a mi voluntad. Pero fui antes que tú a Ávila. La diferencia es que mis notas mejoraron en Santillana el único año que pasé allí: no estudiar me estimulaba a pensar. Pero me ha pasado muchas veces. Yo me acuerdo de la gente, y los otros no se acuerdan de mí.
Gracias por los deseos. Yo me alegro de que te vaya bien. Nunca he sido envidioso, y realmente me alegra que otros hayan hecho lo que yo hubiese querido hacer y no he hecho.
De nuevo un texto tuyo Pepe me conduce emocionalmente a aquellos años de Moncloa y Santillana. En esta ocasión en especial a los paseos que dábamos desde Moncloa hasta el principio de Guzmán el Bueno donde yo tomaba “el 2” hasta la academia donde hacía COU y tú al Cisneros. Suscribo todo lo que dices de las vocaciones “bajo presión” y en mi caso decidida por el rechazo de la chica que más me “enfermó” amorosamente y que me llevó después de ese “si”pasados los años y tras invitación a irme de numerario a tantas sesiones de psicólogo y alguna de psiquiatra. Pero jamás hablé mal del Opus Dei porque me dio mucho más aunque alguno de Santillana me robase -tras presión emocional y mi consentimiento- lo que había escrito a modo de novela que dibujaba alguna imagen poco apta. Tú pasaste de la matrícula -tenías toda mi admiración- al aprobado y yo de notas más normales a repetir curso. Así que que ya no quedemos dentro nadie o casi nadie es normal. No tengo el mismo recuerdo de Carlos Veláz, me quedé en la primera parte, pero su muerte tan joven fue un golpe duro porque tan jóvenes tal vez la muerte solo era para los mayores de 60. Luis de Moya, tanto tiempo mi oyente de charlas periódicas, me dijo que si aquello no me llenaba siguiera buscando. Así fue aunque en realidad más que encontrar fui encontrado años más tarde y en especial tras divorciarme de mi primera mujer. Los que citas se me representan con la imagen de aquellos días. Y un recuerdo a Javier Hernández Pacheco quien me introdujo en la Obra sin más estudio y sin más cuestionamiento si era el adecuado. Después no tuve la suerte que tú. Solo Pelegrín Muñoz, ya sacerdote pues le conocí de laico, gran persona, un santo de esos días y amigo de mi familia en una ocasión vino a preocuparse por mi. Prometieron seguimiento y no dejarme solo pero… lo humano solo es humano y a veces no es lo mejor. Un gran abrazote
Muchas gracias, Tomás, por tu comentario. ¡A ver si se presenta pronto la ocasión de que nos veamos! Un fuerte abrazo.