¿Tiene sentido el sufrimiento?
Teoría y realidad del dolor: Luis Rojas Marcos frente a Joseph Ratzinger
Escribe Joseph Ratzinger (1927-2022), papa Benedicto XVI:
«En este mundo, el dolor no procede únicamente de la desigualdad de riqueza y poder. Por lo demás, no es solo algo desagradable que el hombre deba remover. Quien quiere hacer tal cosa tiene que huir al mundo meramente aparente de los estupefacientes, para, de ese modo, destruirse por completo a sí mismo y entrar en contradicción con la realidad. Solo a través del sufrimiento y de su capacidad para liberar de la tiranía del egoísmo llega a conocerse el hombre: ahí reside su verdad, su alegría y su felicidad».1
Más adelante:
«Para expresarlo con Romano Guardini: tenemos que redescubrir “la fuerza liberadora que se esconde en el autodominio, percibir cómo transforma al hombre el sufrimiento aceptado interiormente, darnos cuenta de que cualquier crecimiento esencial depende no solo del trabajo, sino también del sacrificio libremente ofrecido”».2
Frente a lo anterior, el psiquiatra Luis Rojas Marcos, en una entrevista que publicamos en Nueva Revista, afirma:
«El sufrimiento en sí no tiene ningún valor. ¿Qué valor puede tener sufrir? Y digo sufrimiento y no dolor, que tampoco lo tiene, porque el dolor sí es un aviso. Si me duele el brazo, pienso si ha sido un golpe o el corazón. Es como el miedo, el miedo real, que avisa y pone en guardia, no la angustia. El sufrimiento en sí no ayuda a nada y no aporta nada; y el dolor, una vez que sabemos por qué nos duele algo, tampoco; no tiene ningún componente positivo. ¿Qué ocurre? Que, al enfrentarnos a una adversidad, una muerte inesperada, por ejemplo, una enfermedad, empiezo a considerar qué puedo hacer, cómo me voy a organizar… Bien, una vez que ha pasado aquello hay un 40 por ciento de estas personas aproximadamente que dicen: “Fue terrible, pero descubrí algo en mí que no sabía que tenía”. En algunos casos, lo que descubrieron era que se podían organizar o actuar de otra manera; en otros, que ayudando a alguien o interesándose por los demás experimentaban alegría; o también que tenían una fuerza o una entereza que desconocían. Para eso, repito, la situación tiene que haber pasado, porque es la perspectiva o la distancia la que da ese conocimiento, y no a todo el mundo le pasa».
No es nada fácil responder a la pregunta del título de este artículo, y menos cuando el problema se plantea ante una situación real de angustia.
En la célebre imagen de arriba, obra de August Friedrich Albrecht, observamos una oveja que defiende el cuerpo de su corderito muerto. Contrasta la nieve con la sangre que brota. Contrasta el balido de ayuda de la oveja, quizá al pastor despistado, y asusta el círculo de los cuervos al acecho.
La tradición cristina defiende el valor redentor del sufrimiento. Jesucristo se presenta como ese cordero pintado por August Friedrich Albrecht, añadiendo el misterio de que libremente entregó la vida para la salvación del mundo (Jn 1, 29). Si se cree en un Dios omnipotente, amoroso y omnisciente, hay que decantarse, al menos teóricamente, por la postura de Ratzinger. ¿Solo si se confía en ese Dios? La situación se complica porque creyentes y no creyentes huyen del dolor y lo profesado teóricamente muchas veces no se vive.
En lo que sigue, parece como si Ratzinger describiera a Rojas Marcos mucho antes de que Rojas Marcos se pronunciara:
«En la actualidad hay muchos hombres que se sienten invadidos por una profunda desconfianza frente a este modo de entender la salvación. Siguiendo a Karl Marx, consideran el consuelo celestial sobre este valle de lágrimas como vana promesa que no mejora las cosas, sino que perpetúa la miseria del mundo, favoreciendo solo a quienes tienen interés en la conservación de la situación existente. En lugar de esa vana promesa reclaman la transformación que elimine el dolor y nos libere. La consigna no es liberación por el sufrimiento, sino liberación del sufrimiento: el cometido no es esperar la ayuda divina, sino la humanización del hombre por el hombre».3
Más sobre bienestar emocional en https://www.nuevarevista.net/bienestar-emocional/
Joseph Ratzinger: Cooperadores de la verdad. Rialp, 2021, p. 83.
Ib., p. 140.
Ib., p. 153.